Incendiar a la oscuridad

He aquí yo, encerrado en un cuarto oscuro con su espejo, de la cual observo cada día la tristeza de mis ojos, que me recuerda que todavía soy un ser esclavizado por el miedo, por no atreverme a vivir intensamente, siempre con la amargura de tener que depender de unos cuantos dólares diarios que me alcanzan apenas para comer. Hay veces en que por las paredes de este maldito lugar, se filtran unos rayos de luz, donde siempre hago que se reflejen en el espejo y hago que esa luz me dé a mis ojos, con tal que me reflejo en el espejo con mis ojos brillando con la luz del sol, mis ojos que reflejan un hermoso color miel... y paso recordando los momentos en que me encuentro fuera de este infierno y que siento los rayos del sol sobre mi cara y que penetran por mis ojos, haciéndome lagrimear, como diciéndome que todavía soy capaz de poder brotar lágrimas de felicidad de mis ojos gracias a la luz, y que no siempre se tiene que llorar por tristeza en la oscuridad... pero sigo aquí, en la realidad que sigo permitiendo. Ya me cabrea que cada vez que salgo a las calles, tenga que ver la oscuridad en cada persona, sus rostros agotados, con ojos apagados y sin vida. Siempre que los veo, me recuerda que yo soy un reflejo de ellos. Tan solo quiero ver sus caras radiantes, con sus ojos iluminados y que me regalen una sonrisa y yo también les regale sonrisas... pero esto sucederá cuando encienda la llama de mi interior, y posteriormente mis ojos por sí solos empezarán a reflejar fuego, tan destructiva como purificadora, tan abrasadora como cálida, que busque mostrar su belleza iluminadora desde la más recóndita oscuridad al resto de almas sin luz y que provoque en ellos sus propios chispazos, para finalmente incendiar a la oscuridad inmersa sobre nosotros, hacer brillar el cielo y ver que todos somos una sola luz donde brillamos con todos los colores.