en felicidades bien intensas,
tras varias copas de vino
cargadas de fantasía,
cuya marca de botella
era Esperanza.
Pero olvidé una cosa:
soy un ebrio de ilusiones
al que siempre
se le cae la botella
de Esperanza,
que se quiebra y se riega
por la realidad del suelo.
Pero como canta
mi querido Viejo Napo:
"... verde es la esperanza, que nunca se pierde...
(y también tus ojos)."
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